En el corazón del Parque Nacional del Este, en la zona oriental de la República Dominicana, reposan un sueño de siglos, mil dos cientas pinturas que cubren las paredes de una cueva de ciento cincuenta metros de recorrido dispersas por galerías, salas y rincones. La cueva es absolutamente oscura y se accede a ella bajando por una rampa que termina en un estrecho tunel, verdadero útero telúrico que da paso a la primera gran sala de la caverna.
No fue por casualidad que los taínos eligieron esta cueva para dejar plasmado gran parte de su saber y de su historia; la morfología de esta cavidad se asemeja mucho al aparato genital de la mujer y dado que según su mitología el pueblo taíno salió de y que la Tierra era de sexo femenino, esta era el idóneo para ser utilizado con fines rituales por santuario caciques y behiques, sus chamanes.
En la cueva de "José María" hay pintadas muchas cruces, incluso una de ellas, la de mayor tamaño, esta orientada a los puntos cardinales. Era este sin duda uno de sus simbolos religiosos mas importantes. Colón nos relata en su diario como al bajar a tierra para tomar posesión de los lugares que recorría llevaba siempre enarbolada una bandera con el sfmbolo de la cruz y por si fuera poco dejaba siempre colocada una gran cruz de madera en los cabos y puertos que descubría.
No es de extrañar pues que los taínos al encontrarse con estos extraños hombres barbados enarbolando su mas sagrado símbolo, pensaran que eran los emisarios de sus dioses, pero si a esto añadimos que lo que les daban al llegar eran sobre todo cascabeles de cobre, precisamente de cobre, el metal sagrado de los taínos, el mitico guanín, ya no podia quedarles duda alguna del carácter sagrado de los recién llegados; no fue la estupidez ni la inocencia lo que convirtio a los españoles en dioses en aquel primer contacto con el aborígen antillano. Fue la fatalmente casual identidad de los símbolos religiosos taínos con los símbolos y objetos que primero les ofrecieron los colonizadores.
La respuesta taína a la consideración de enviados de los dioses de los recién llegados fue presentarles de inmendiato sus objetos de culto más preciados, sus cemíes, que representaban dioses o enlaces directos de los mismos. Pero una vez mas la historia se hizo paradoja; las imagenes de los dioses ofrecidas a sus enviados fueron consideradas por ellos como horribles demonios y las quemaron sin compasión ante la mirada atónita y aterrada de los taínos.
Debió ser precisamente éste el momento en que los taínos comenzaron a replantearse el origen divino de los recién llegados, y la profanación de sus idolos junto con la actuación barbara de los españoles para con el pueblo y todo su bagaje cultural hizo que los antillanos comenzaran a ocultar sistemáticamente a los españoles todo lo relacionado con su religión ancestral para evitar su segura destrucción.
Este fue el motivo por el cual la cueva de "José Maria" no fue conocida por los españoles, permaneciendo oculta hasta hace pocos años. La zona en que se localiza estaba densamente poblada en la época taína, concretamente pertenecía a los terrenos ocupados por el poblado del célebre cacique "Cotubanamá".
Gracias a Fray Bartolomé de las Casas conocemos parte de la historia de este poblado especialmente de su cacique y la relación que tuvo con los españoles que en aquellos años radicaban en la actual capital de la República Dominicana, Santo Domingo.
El Padre las Casas nos relata que los españoles de Santo Domingo cobraban un impuesto en forma de cazabe de los poblados controlados por Cotubanamá. Este tributo se recogia varias veces al año en una caravela que los españoles mandaban regularmente al puerto de la isla Saona, donde se procedía a cargarla con tortas de pan que los taínos fabricaban al efecto. Esto les aseguraba su independencia frente a la voraz administración española siempre avida de esclavos para el trabajo en las minas de oro.
En la cueva de "José Maria" hemos localizado gracias a un estudio exhaustivo de las pinturas, el contrapunto taíno a los informes de Bartolomé de las Casas.
Situado en la gran sala de la caverna, un panel de más de doce metros de largo por más de un metro de alto, nos habla de este tributo con todo detalle, corroborando las informaciones aue de este acontecimiento nos dejaron los españoles.
Podemos leer este imponente jeroglífico taíno en el que tenemos pintados de izquierda a derecha los elementos que se utilizaban para procesar la yuca y la guáyiga: el guayo, la barbacoa y el cibucan, las plantas y los tubérculos de guáyiga y de yuca, junto con símbolos numerales e ideográficos que hilan la historia de cómo el cacique ordena la fabricación de los panes que finalmente han de ser cargados en la gran caravela pintada que figura al final del jeroglífico para que los españoles sean satisfechos.
Los taínos sabían mucho más de lo que pensaron los colonizadores y concretamente los pueblos que habitaban esta parte de la isla tenían un sistema de jeroglífico de comunicación constatado en multitud de paneles pintados en la cueva de "José Maria".
Hay jeroglíficos que nos hablan de su mitología, de la creación del mar, del nacimiento de los gemelos míticos, y de los tiempo en que los taínos vivian en una cueva, la mitica cacibajagua.
Otros tratan de temas históricos como el antes citado del tributo en cazabe a los españoles, y otros de temas calendáricos. Estos últimos también tuvieron una trascendencia especial en el momento del contacto con los colonizadores europeos.
Gracias al estudio de las pinturas de la cueva de "José Maria" y al calendario inciso en el "Vaso Dominicus"; hallado en el Manantial de la "Aleta" vecino al poblado de Cotubanamá y a la cueva de "José Maria", hemos podido descifrar el calendario de los taínos.
Este calendario prehispánico constaba de un año lunar de trece meses de veintiocho días ajustado a un año solar de dieciocho meses de veinte dias con cuatro días más de ajuste. Los períodos lunares se contaban en ciclos de tres lunaciones siderales consecutivas siendo ésta la unidad de tiempo mas corriente.
Cuando Cristóbal Colón preguntaba a los aborígenes por la distancia existente entre diferentes lugares, éstos le contestaban en soles para trayectos cortos y en lunas si los sitios estaban a grandes distancias, basándose siempre en su particular calendario. Pero hay un detalle calendarico que no se las legaron a los colonizadores y que utilizaron en su manera para facilitar el cobro de los primeros tributos que impusieron al pueblo conquistado. Tanto Colón como Roldán exigían el pago de una determinada cantidad en oro o en algodón a los diferentes caciques de la isla y era precísamente cada tres lunas cuando había que entregarlo, facilitando así el cobro al utilizar una medida de tiempo bien conocida y de uso común entre los taínos.
La cueva de "José Maria" nos ofrece otro ejemplar más de la visión que el taíno tenía de los colonizadores y ésta es realmente sorprendente: un retrato de un europeo. La pintura como es habitual se encuentra rodeada de varios símbolos que de seguro hacen referencia a las particularidades por las cuales se plasmó la imagen de este personaje, pero lamentablemente hasta el momento no hemos podido dar con una explicación plausible de los mismos .
En cualquier caso hay un detalle en la historia de los habitantes de aquella zona que probablemente pueda explicar la sorprendente aparición del retrato de un hombre barbudo y cuyo peinado y forma del rostro nos llevan a identificarlo como un español del siglo XVI. La primera rebelión de los taínos de Cotubanamá se originó en 1503, motivada por el absurdo asesinato de uno de sus caciques deudos en la isla Saona a manos de algunos españoles.
Esta ceremonia no pasaría de ser para el español una mera anécdota propiciada por el particular salvajismo de su contrincante, pero para los taínos tuvo una importancia capital por el hecho no sólo de afirmar una paz vital, para su supervivencia, sino por lo que implicaba en el plano espiritual el hecho de que su gran cacique y excepcional guerrero trocara su nombre con un español, intercambiando su potencial anímico con el enemigo .
Un suceso de tal trascendencia pudo llevar consigo la necesidad de incluirlo en el archivo histórico magico y religioso que los taínos atesoraban en su cueva sagrada y asi pues es probable que la cara pintada en las paredes sea precisamente la de Juan de Esquivel, quien precisamente a principios de 1504 en la segunda revuelta que se dio en la Provincia de Higüey volvió a actuar como capitán de las tropas españolas y acabó arrasando por completo el poblado de Cotubanama y todos sus alrededores, capturando y matando a miles de taínos, entre otros al propio Cotubanamá a quien llevó prisionero a Santo Domingo donde fue ejecutado en la horca.
Pero aún queda otra posibilidad en la identificación de este misterioso retrato que no queremos dejar de apuntar. Los españoles en su afán evangelizador enseñaban a los taínos cuadros y dibujos en los que se representaban escenas sagradas y principalmente a su dios mas adorado, Jesucristo.
Las características del retrato taíno también coinciden con la representación iconográfica del Cristo católico. Quién sabe si entre las imágenes de sus dioses y cemíes, también quisieron los taínos dejar constancia del dios que abanderaba a aquellos colonizadores que finalmente causaron el exterminio de su raza.
Mucho queda aún por trabajar en la cueva de "José Maria". Lo que se ha hecho hasta ahora no pasa de ser un sencillo informe, y hay tanta información escondida entre sus paredes venerables, ni más ni menos que todo el espíritu de aquel hermoso pueblo al que le tocó la difícil taréa de ser el primero con el que chocaron los europeos en su largo camino para la colonización del continente americano.